Escribo mientras escucho esta belleza:
Hoy me toca decirle adiós y hola a una hijita no humana.
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Adiós, porque se fue
una gatita hermosa y cariñosa, Mini (Minerva), que nos acompañó durante casi dos años, y nos llenó la casa y los días de compañía y rutinas.
¿Qué otras cosas hay en la vida, para enfrentar lo grave y lo inesperado (nacemos verdaderamente el día que descubrimos que hay algo grave e inesperado en el universo, decía Maeterlink), que algo de compañía y rutinas?
A esa compañía y rutinas algunos también le llaman amor.
¿O era a lo grave e inesperado?
Mini, gatita dulce y hermosa. Llegaste haciendo gala de tu personalidad indomitable;
te fuiste de la vida de la misma manera.
Salvaje exploradora.
Y mientras escribo esto, esto que estuve muchos días intentando no escribir,
suena Peace de los Yellowjackets, la canción más dulce que escuché alguna vez,
y ahora entiendo por qué siempre escuchaba tanto esta canción y tenía tanto sentido para mí.
Tenía que ser la canción con la que recordarte como eras,
suave, dulce y delicada...
Para recordar tu parte intrépida, salvaje y alocada debería buscar otra canción.
Pero ahora quiero estar triste un rato más, y dejo Peace de los Jackets.
Victor Hugo (el único que vale la pena, el escritor), decía:
La melancolía es la dicha de estar triste.
Dejame estar triste un rato más y extrañar tu algodón tibio en las patas.
Y tu lenguita áspera y tibia cuando te agarraban tus ataques de amor, y te subías a mi hombro como un lorito blanco, en la silla de la computadora.
Puta madre, los Jackets son tan genios que parece que sabían que te iba a conocer y compusieron Peace para hacerte inmortal en una música.
Mini, escribo esto y me siento un estúpido por escribir esto.
Pero si no era por vos, no escribía.
Así que escribo.
Y por lo menos conservo la dicha de estar triste, que seguro fue lo que sintió Pessoa escribiendo La Tabaquería.
... Pero definitivamente, Peace no retrata tu parte instintiva y no humanizada...
Diminuta almita inquieta de las 5.30am...
Y te respetamos eso siempre, por más que nos sacaste un par de canas verdes, como cuando te subiste a un árbol de 30 metros de alto, cuando eras así de chiquitita, y nunca supimos cómo bajaste... pero bajaste. jaja
Si los soplidos silenciosos de amor de la vida fuesen lucecitas sobre el fondo oscuro del universo,
desde hace unos días habría un huequito vacío en el cielo,
pero que brillará por siempre en mi corazón.
No quiero llorar más escribiendo esto,
pero no quiero dejar de escribir esto,
ni decirte adiós.
Pequeño montoncito incomprensible de algodón blanco,
que la vida juntó en un soplido de gatita blanca.
Sé que te idealizo ahora, que es más fácil,
pero si hasta extraño cuán insoportable eras a la madrugada.
Zafé a los 18 de escuchar el clarín del regimiento 7,
arrrrriba solllllldado!
Pero no zafé del clarin de mini saltándome en la espalda a las 5.30am.
arrrriba essssclavooo, papi escalvooo, jaja
Pero no estés triste, papi,
que la vida es un juego, una joda,
vivámosla y hagámosla vivir locamente,
que grite de tan viva, la desgraciada.
Hagámosla gritar y dejemos que nos haga gritar,
la muy desgraciada.
Por último, creo que esos animalitos en lo que depositamos más de una vez en la vida mucho de nuestro amor,
son enseñanzas y preparaciones de la vida.
Qué se yo si para cosas más importantes,
como más vida,
o más ida.
Pero seguro son entrenadores de la vida.
De más vidas,
y más idas.
Adiós, hijita no humana.
Pero te decimos el hola eterno del recuerdo.
Y ahí,
ya sos
inmortal.
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Pero no estés triste, papi,
que la vida es un juego, una joda,
vivámosla y hagámosla vivir locamente,
que grite de tan viva, la desgraciada.
Hagámosla gritar y dejemos que nos haga gritar,
la muy desgraciada.
Y ahora comienza
el adiós
del hola eterno.
El hola
del recuerdo.
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